No podía resistir la tentación. Cada vez que la vida le ganaba la batalla necesitaba del rápido galopar, del viento helado en su cara, ese viento que arrancaba de cuajo las penas, que hacía jirones su alma, para después recomponerla en un lento retorno a la vida cuando el paseo acababa, cuando exhaustos y sudorosos regresaban a este mundo tras el frenético cabalgar. Se acercó a las cuadras y acarició las rubias crines de su precioso caballo. Del amigo que comprensivo la miraba queriendo atrapar en sus enormes ojos negros toda la tristeza que la invadía. Sabía lo que se esperaba de él. Siempre en silencio le ensillaba, con dulzura, acariciando su piel canela, apretando las cinchas con la misma delicadeza que envolvía su corazón. Un corazón demasiado débil para la vida, un corazón nuevamente roto.
No siempre era así. Cuando aparecía enérgica, con ese andar desenfadado y el verde brillo de su mirada la envolvía de una bruma de felicidad, él se movía nervioso y relinchaba en un cariñoso saludo de bienvenida. Sabía que un agradable paseo lleno de confidencias entre ramas, matas y matojos estaba por llegar. Le ensillaba entre chácharas y caricias, entre risas y carantoñas y él, se contagiaba de su felicidad. Esos días exultaban de placer ambos. La escuchaba relatar las maravillas de su nuevo mundo donde el amor había anidado de nuevo y disfrutaba con sus risas, con el sosiego del paseo y el discurrir de su conversación. Nunca le guiaba, él sabía donde quería ir a cada momento, incluso se atrevía a llevarla por nuevos senderos donde el eco del agua que fluye melodiaba su conversación.
Hoy todo tenía el color lúgubre de la noche pese a que ya hacía horas que había amanecido. Sabía que esta vez no encontraría consuelo por más velocidad que diera a sus patas. Mantenía la calma esperando sentir su peso sobre él para iniciar la marcha. Dejaron atrás hogar y refugio, notaba la tensión de sus piernas apresándole, apremiándole a avanzar. Ni una palabra. Era una mañana fría de invierno. La escarcha aún adornaba los ramajes del camino y teñía de blanquecino el paisaje. Esta vez cogió ella las riendas y le llevó sin apremio hacia la vereda por la que discurrían cuando ella quería disfrutar de la inmensidad. Intentó iniciar el galope pero ella lo retuvo y supo entonces que ya, nunca más, nada volvería a ser. Adivinó el final del camino nada más iniciarlo. Adoptó la pose majestuosa que a ella tanto la enorgullecía de él y emprendió la marcha con la misma mirada fija y decidida de su dueña, dispuesto a llegar al final en su compañía. Y cuando el final empezó a divisarse a lo lejos, ella le apremió con una ligera presión de sus piernas y él, compañero inseparable, inició el galopar. El viento hacía ondear tanto crines como cabellos, imágenes rápidas de cabalgadas y galopares similares cruzaron raudas por las retinas de ambos. En la lejanía, la cadena montañosa se diluía entre brumas. El galope era cada vez más veloz, se adivinaba ya el abismo frente a ellos. Un último instante para soltar las riendas y abrazar al fiel amigo, a su todo. Un sollozo ahogado, un relinchar de comprensión y el gran salto al vacío cuando el último TE QUIERO salía de sus labios.
No siempre era así. Cuando aparecía enérgica, con ese andar desenfadado y el verde brillo de su mirada la envolvía de una bruma de felicidad, él se movía nervioso y relinchaba en un cariñoso saludo de bienvenida. Sabía que un agradable paseo lleno de confidencias entre ramas, matas y matojos estaba por llegar. Le ensillaba entre chácharas y caricias, entre risas y carantoñas y él, se contagiaba de su felicidad. Esos días exultaban de placer ambos. La escuchaba relatar las maravillas de su nuevo mundo donde el amor había anidado de nuevo y disfrutaba con sus risas, con el sosiego del paseo y el discurrir de su conversación. Nunca le guiaba, él sabía donde quería ir a cada momento, incluso se atrevía a llevarla por nuevos senderos donde el eco del agua que fluye melodiaba su conversación.
Hoy todo tenía el color lúgubre de la noche pese a que ya hacía horas que había amanecido. Sabía que esta vez no encontraría consuelo por más velocidad que diera a sus patas. Mantenía la calma esperando sentir su peso sobre él para iniciar la marcha. Dejaron atrás hogar y refugio, notaba la tensión de sus piernas apresándole, apremiándole a avanzar. Ni una palabra. Era una mañana fría de invierno. La escarcha aún adornaba los ramajes del camino y teñía de blanquecino el paisaje. Esta vez cogió ella las riendas y le llevó sin apremio hacia la vereda por la que discurrían cuando ella quería disfrutar de la inmensidad. Intentó iniciar el galope pero ella lo retuvo y supo entonces que ya, nunca más, nada volvería a ser. Adivinó el final del camino nada más iniciarlo. Adoptó la pose majestuosa que a ella tanto la enorgullecía de él y emprendió la marcha con la misma mirada fija y decidida de su dueña, dispuesto a llegar al final en su compañía. Y cuando el final empezó a divisarse a lo lejos, ella le apremió con una ligera presión de sus piernas y él, compañero inseparable, inició el galopar. El viento hacía ondear tanto crines como cabellos, imágenes rápidas de cabalgadas y galopares similares cruzaron raudas por las retinas de ambos. En la lejanía, la cadena montañosa se diluía entre brumas. El galope era cada vez más veloz, se adivinaba ya el abismo frente a ellos. Un último instante para soltar las riendas y abrazar al fiel amigo, a su todo. Un sollozo ahogado, un relinchar de comprensión y el gran salto al vacío cuando el último TE QUIERO salía de sus labios.
Band Of Horses - The Funeral (2006)
Agradecerle de todo corazón a simplexia, otro bloguero más desaparecido, que me descubriera este grupo y en particular esta canción que tantas y tantas veces escucho.
11 comentarios:
PRecioso Elektra. Me has puesto los vellos de punta. HErmosa historia de sentimientos, neblinas y amistad. Se confirman las sospechas. Sigue así, por favor! BEsos
Dos corazones débiles pra la vida, pero fuertes para amar. Besote
Se confirman las sospechas? Jajaja, como si fuera una delincuente. :)
Muchas gracias, Venti. Besazos.
Hace tiempo que sospecho que sois un par de sospechosos sospechosamente profundos. Como bien sabe Venti, si algo me excita de la blogo es la lectura y el aprendizaje, y leer cosas como la de este post es un lujo para mi primate cerebro. Subrayo en negrita "...él sabía donde quería ir a cada momento, incluso se atrevía a llevarla por nuevos senderos donde el eco del agua que fluye melodiaba su conversación."
Band of Horses es de las bandas que más me han agradado de esta década. A mi juicio el segundo album "Cease to begin" es mejor incluso que el primero "Everything all the time". Te lo recomiendo, querida. Besos.
Jajaja, tú si que eres sospechoso con tanto disfraz con el que te mueves por la blogo. :)
Gracias Wood, en serio. Se me da muy mal responder siempre a los halagos (ya has visto que no he articulado palabra con los comentarios de Venti, siendo todo un honor para mi). Supongo que porque siempre he admirado a aquellos que tienen el don de la palabra y que yo no creo poseer o por lo menos, no en la medida en que me gustaría. Me leo y me releo sin convencerme a mi misma.
Tus recomendaciones son siempre bienvenidas. De este grupo reconozco haber pillado temas sueltos que no han dejado de sorprenderme gratamente, así que me empaparé del último album. Gracias.
Besos para tí. :)
Bonita canción... triste post, pero por desgracia real... la nobleza del caballo le lleva a asumir que su destino está ligado al de su amazona.
Pero es que los abismos son realmente bellos...
Bueno, no es fácil hacer que un caballo salte al vacío, esa es la verdad. Pero para el relato quedaba bien. :)
Algunos abismos, lo son es verdad. Y te lanzas además sin miedo pese a no saber lo que te deparará, pero otros... mejor no asomarse siquiera. :p
Sigues perdido por esos mundos?
Un beso.
Vengo de releer a Venti, y ahora a digerir tu gran relato.
Imaginación, sensibilidad y bellas letras acompañan a una gran banda de caballos.
Estoy galopando de emoción. Gracias.
Muchísimas gracias a ti Vinti. Para mi ha sido todo un regalo lo que ha hecho Venti con mi post. Ha convertido como yo digo, un funeral en una canción de esperanza.
Un beso.
Las vocales y consonantes forman palabras, y esas a su vez frases. Las frases las podemos hacer todos.
Colocarlas en su sitio y pensar no es tarea fácil, más bien es de unos solos elegidos.
Sois tremendos. Los agradecimientos te los has de creer para poder seguir deleitándonos con estos textos.
La verdad es que no dispongo de tiempo para visitaros a todos, pero me has dejado impactada.
Besos merecidísimos.
Pues esta es tu casa para cuando tú quieras.
Besote.
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